top of page
Buscar
  • Foto del escritorjesuisclean

ENTREVISTA A PROFESORA VOLUNTARIA

Entrevista a Sole Jiménez, profesora de Francés


-¿De dónde nace la idea de este proyecto?


S: La idea nace por necesidad. Todo el mundo se quejaba del estado de las clases y del patio; la suciedad, papeles, bolas de orillo, envases y restos de bocadillo por el suelo. Se cae el alma a los pies viendo cómo en un sitio donde se viene a aprender y a formarse como buen ciudadano se vea tanto abandono y falta de civismo. Pienso mucho en esos padres y madres que preparan cada mañana el bocadillo de sus hijos sin imaginar que acabará, sin probar siquiera, tirado por ahí. Hay mucho trabajo detrás de un bocadillo: el del agricultor, el del ganadero, el del transportista, el encargado de almacén, la dependienta, el de control de calidad, etc. etc. hasta el que recoge tu basura y la recicla. Hay que tomar conciencia. No entendemos cómo los alumnos vienen del colegio tan bien educados y respetuosos y en el instituto van olvidando los buenos hábitos. Por eso, se lo propusimos a los alumnos de 1º de ESO en primer lugar, pero pronto se animaron a participar otros de cursos superiores de la ESO.

- En este caso, tú fuiste la creadora del proyecto, ¿cómo convenciste a otros profesores para que colaborasen?


S: Bueno, como te he dicho había un malestar y éramos unos cuantos los que hablábamos a menudo de esto. La educación en valores y los temas transversales están presentes en todas las materias y a menudo cada profesor se centra en su asignatura obviando cosas tan importantes como la ética o el respeto por el entorno y el medio ambiente. Éramos conscientes de que esta era una asignatura pendiente, un asunto lo bastante importante como para mover ficha. De hecho, en otros centros de la comarca hay proyectos ecológicos Sin ir más lejos, en el colegio de Herrera es una ecoescuela y funciona bastante bien.

El primer año que trabajé en el centro, hace más de 20 años, conocí a Flory Cuartero, una alumna que luego hizo un ciclo formativo de actividades forestales, una chica muy consciente y comprometida con esta causa y con el reciclaje. Ya entonces tuvimos un conato de “Je suis clean!”. Hicimos un escrito para solicitar lo que años más tarde se materializó en las islas de reciclaje de nuestro pueblo. Gracias a Flory empecé a reciclar de manera sistemática. La pasión, al igual que la ignorancia o la desidia, también es contagiosa. Es un veneno muy fuerte que aún hoy no me ha abandonado. En otra ocasión desde el proyecto bilingüe se han propuesto actividades como “Tu bola vale” para el reciclaje del papel de orillo o talleres de reciclaje de papel (“Tu papel es importante”) o de elaboración de jabón para el aprovechamiento del papel y el aceite usado. Otro año con un grupo de 3º ESO y con Emilia, una de las limpiadoras, iniciamos el proyecto de “Tapones solidarios”. Cuando cortaron los árboles del barrio de la Milagrosa hicimos una sentada y una ceremonia entorno a esa vida truncada, un homenaje por todo lo que habían dado esos árboles: sombra, oxígeno, cobijo para los pájaros, etc.

Yo redacté el proyecto, pero desde el principio trabajamos mano a mano Ana Belén García de Inglés, Miguel Fernández de Geografía e Historia, Carmen Reina, la limpiadora. Y, ocasionalmente, han colaborado con “Je suis clean!” otros compañeros como Salva Páez, de tecnología que hizo con los alumnos los recipiente para los tapones, María José Montaño de Matemáticas, que se encarga de vaciarlos y llevarlos a su destino, Araceli Reina de la cafetería se encargaba de avisar a la planta de reciclaje cuando los contenedores estaban llenos, etc. Soledad Moreno y sus alumnos de la FP Básica también nos han ayudado con la difusión y los carteles. Muchos compañeros nos aportaron ideas para materializar el proyecto y nos brindaron su apoyo.


- La directiva del centro ¿se mostró receptiva a la hora de llevar a cabo el proyecto?



S: Sí, claro que sí. Lo presentamos en el primer claustro y consejo escolar del curso y tanto la directiva como los compañeros y los representantes de padres, alumnos, etc. acogieron el proyecto con interés. El equipo directivo respaldó cada una de las actividades y propuestas y se comprometió a ofrecer a los voluntarios un desayuno de convivencia al final de cada trimestre. Ten en cuenta que en el centro ya vienen realizándose otras actividades afines a nuestra labor como el concurso de “Aula limpia” o el “Proyecto ardilla” o “Crece con tu árbol” desde hace mucho tiempo.

-¿Hubo más o menos alumnos voluntarios de los que esperabais?


S: La verdad es que esperábamos menos. Se trata de una labor en equipo, pero eso es imposible sin el compromiso de cada persona. Ellos dan su tiempo por un ideal. Crean un mundo mejor.

Tiene mucho mérito porque es como salir a los leones. Coger una caja de cartón y pasar entre otros compañeros, a veces mayores que ellos, para recordarles lo que tienen que hacer (lo que ya saben y no hacen) no es una tarea fácil. Hace falta valor. Realmente son gladiadores. No es fácil combatir la indolencia, el pasotismo, la barbarie. Algunos les tiraban cosas, otros llegaron incluso a insultarlos. Y estamos muy agradecidos a todos y cada uno de los voluntarios por su tiempo y su compromiso. Son unos valientes.

La pena de todo esto es que, lamentablemente, la mayoría no aprende con el ejemplo. No basta con ver cómo un grupo de compañeros o de profesores se agachan a coger lo que otro ha tirado. Por desgracia, muchas personas necesitan la sanción o la multa para hacer las cosas bien.


-¿Crees que el proyecto ha tenido efecto?


S: La crisis sanitaria nos confinó a todos y el proyecto quedó en el aire. No pudimos ver lo que daba de sí en el transcurso de un curso escolar. No pudimos hacer balance. Y este curso, debido a las estrictas medidas del protocolo covid estamos muy limitados, no hemos podido retomar las tareas de información, recogida selectiva ni el “orillocesto”

en los recreos, ni poner los recipientes para recoger las sobras para las mascotas. Cuando nos confinaron acabábamos de poner las cajas para el reciclaje de papel y de plástico en las aulas. También teníamos prevista una visita del grupo a la planta de reciclaje que no se pudo realizar.

Sin embargo, hay un dato significativo, a lo largo del primer trimestre, el patio estaba mucho más limpio según las limpiadoras. Y muchos alumnos esperaban a que pasáramos para darnos sus envases en lugar de dejarlos tirados.


-¿Entonces este curso “Je suis clean!” está en cuarentena?


S: Para nada. Es cierto que el protocolo nos impide hacer bastantes cosas, pero también gracias a la limpieza y desinfección constantes el centro está más limpio que nunca.

A pesar de las limitaciones, este curso también se siguen haciendo cosas para concienciar y para preservar el medio ambiente. Entre otras, hemos conseguido que desde la Concejalía de Desarrollo económico, y Medio ambiente y Empleo nos aprobaran una solicitud y nos han facilitado portabocadillos para todo el alumnado de la ESO con lo que esperamos reducir el consumo de aluminio. Ya hemos escrito a las familias, cuya colaboración es importantísima, y los voluntarios empezarán el reparto en breve.

En cuanto al grupo de 2º ESO-F han plantado y apadrinado un nuevo árbol para el jardín de nuestro patio. Un naranjo al que han puesto por nombre Esperanza.


La página web que tú ha creado nos permite seguir en contacto on line. Es una valiosa ventanita al mundo para la denuncia y el encuentro, para la sensibilización y la lucha por un mundo más limpio, más sano. Enhorabuena por tu idea y gracias por tu implicación y tu trabajo.



- ¿Por qué consideras importante reciclar?


S: Vivimos en una sociedad de consumo donde la producción tiene un coste económico y medioambiental muy alto. La huella de carbono, sin ir más lejos. ¿Sabes cuánto le ha costado al planeta que Amazon te traiga tus Nike, la carcasa de tu móvil o esa camiseta tan chula desde Taiwan? ¿Sabes lo que le cuesta a la capa de ozono la fabricación del papel de orillo de tu bocata? Si algo de lo que se ha invertido en ello, por poco que te parezca, por ridículo, puede recuperarse, debes hacerlo. El desgaste y la contaminación que podamos evitar al planeta será bueno para todos. Tenemos esa obligación moral y ecológica con la Tierra, nuestra casa, y con nuestros hijos. No cuesta nada. Es solo un hábito que se adquiere. Y cualquiera puede hacerlo. Se trata de tener 3 bolsas de basura en casa en lugar de 1. Basta con conciencia y un poco de esfuerzo al principio. Después es muy fácil.

Pero hay otras R: reducir el consumo, reparar, reutilizar, etc.

La primera está en nuestra mano. El móvil de última generación, ser el más guay de la clase por eso unos días, no va a darte la felicidad. Tenemos que despertar y ver cómo la publicidad y los medios nos venden cualquier cosa a cambio de la promesa efímera de la felicidad. La felicidad es otra cosa. ¿Conoces el refrán? No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita.

Reparar se ha convertido, en la mayoría de los casos, en algo prohibitivo e imposible. Obsolescencia programada, fin de servicio técnico o posventa. Las cosas están diseñadas para usar y tirar. No podemos escapar a esto. ¿Y sabes dónde va a parar todo lo que no puede reciclarse ni desintegrarse por arte de magia? Los países pobres se están convirtiendo en el basurero del primer mundo. Nosotros producimos y consumimos. Ellos cargan con los platos sucios. Y luego todos queremos ser solidarios cuando tu hermandad hace una fiesta para recoger fondos para Etiopía o Somalia.


Reutilizar. Rentabilizar los recursos y la inversión medioambiental. Practicar la economía social de toda la vida. Heredar el chándal de tu hermano mayor, las camisetas de tu prima. Darle una segunda vida a todo lo que se pueda. A veces es cuestión de imaginación. Cuando estaba en la facultad recogíamos y arreglábamos muebles de la calle para nuestro piso de estudiantes. “La pandilla basurilla”. Hay todo un mercado de los objetos de segunda mano. Todo vale. Todo tiene un segundo uso. El curso pasado, durante las Jornadas Sociolingüísticas, pudimos ver cómo cualquier material, por pobre que sea, por oxidado que esté, puede valer para expresar si se pone al servicio del arte. Reciclaje creativo. Reciclarte.


- ¿Qué harías tú para reducir el consumo de plástico?



S: Desde hace muchos años llevo en el bolso un par de bolsitas de tela para las compras. La primera me la trajo mi cuñada de Irlanda. Y desde mucho antes que hubiese que pagar la bolsa en los comercios, ya me enorgullecía de decir que no me hacía falta cuando me la ofrecían. Siempre llevo en el coche las del súper. En muchos sitios ya han sustituido las bolsas por las de papel o por las biodegradables hechas con fécula de patata. Hay otros truquillos como elegir el envase de cristal o de formato más grande, en lugar de individual (zumos, batidos, etc.). El rellening es una práctica muy saludable para el planeta. Hay que evitar a toda costa los plásticos de un solo uso. Hay alternativas para el picnic y las fiestas con amigos. Fregar por turnos no es tan malo y por mucho que cargar, la mochila siempre pesa menos de vuelta.



Durante un tiempo pertenecí a “La capacha llena” un grupo de familias que comprábamos productos ecológicos a productores locales. Nosotros hacíamos las cestas y, como podéis imaginar, allí las frutas y verduras iban con su envoltorio natural: la piel, la cáscara. Cuando veo fruta pelada y envasada en plástico me da repeluco. ¿Adónde puede llegar la imbecilidad humana?

Hace más de un año que dejamos de comprar agua embotellada en mi casa. Y créeme, la del grifo de toda la vida no es mala alternativa.

Compramos más plástico que alimentos y luego nos sorprendemos de encontrarnos los microplásticos en el espeto de sardinas o en la placenta humana. Hay que evitar comprar tanta cosa envasada. Volver con la cesta a la tiendecita de tu barrio. Pero no tenemos tiempo… Una vez más es cuestión de convicción y tesón.



-¿Qué te enfada aparte de eso?


S: Lo que me enerva y me entristece a la vez es la falta de civismo por parte de muchos adultos, muchos dirigentes, muchas personas con responsabilidad en las empresas o en la administración. Me avergüenzo de formar parte del mundo de los adultos. Me enfadan los que se saltan las normas, los que tiran de la manta para ellos, el control de calidad de McDonald’s que consiste en tirar los yogures antes de que caduquen. Me saca de quicio la hipocresía, la ambición y el egoísmo.

Comprendo que mucha gente, ciudadanos de a pie, hayan dejado de llevar sus envases de cristal, cartón y plástico a los contenedores tras salir a la luz toda la basura que se cocía en la planta de reciclaje de nuestro pueblo. Comprendo y comparto la indignación. Nos sentimos estafados, manipulados. No hay derecho.


Sin embargo, no debemos perder de vista nuestro objetivo, no debemos dejarnos arrastrar por ellos. Es la Tierra la que tiene que salir ganando. Tenemos que ser más los que estamos de este lado para inclinar la balanza en beneficio de todos. Necesitamos más ciudadanos ecologistas por cada irresponsable. Es una carrera de fondo que estoy dispuesta a recorrer junto a los alumnos y profesores voluntarios por el medioambiente y por mis hijos. Je suis

clean! ¿Y tú?



53 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page